La Hippobosca equina es un insecto cuya presencia puede comportar problemas relevantes para los caballos. Se trata de un díptero que, por su particular predilección por determinados cuadrúpedos, también es conocido como mosca del caballo, mosca borriquera o mosca perrera.
A continuación, te damos más información sobre este ectoparásito para que sepas a qué te enfrentas si está rondando a tu équido. Presta atención.
Hay más moscas que afectan a los caballos, pero te conviene reconocer las particularidades de este parásito externo. Si bien vive en los bosques, puede acabar arrastrado a otras latitudes. Y, en este sentido, ten en cuenta que el cambio climático está incrementando su periodo de actividad. En consecuencia, esta puede desarrollarse entre mediados de la primavera y del otoño.
Estas moscas son de color entre pardo y rojo claro y tienen unas manchas amarillas en el abdomen. Como su físico es un tanto rechoncho y deprimido, no es extraño confundirlas con las garrapatas. Sus alas miden entre 6 y 8 mm.
Cuando encuentran un huésped o reservorio, conservan las alas, lo cual les distingue de otras moscas similares. Las alas permanentes les permiten volar mientras depositan sus larvas. Otra de las características definitorias de estas moscas es que caminan hacia atrás.
Una de las cosas que más te van a llamar la atención de estas moscas y por las que las podrás identificar de forma más segura es que tienen un comportamiento molesto bastante peculiar. Nos referimos a que se caracterizan por efectuar vuelos cortos durante su periodo de actividad diaria. Se trata, eso sí, de vuelos torpes.
Sus vuelos no van acompañados del característico zumbido de otros dípteros, por lo que atacan con una mayor efectividad. De hecho, no resultan fáciles de disuadir mediante movimientos bruscos, puesto que se muestran muy insistentes. No en vano, pueden ser transportadas una vez se posan en la ropa o se meten debajo del pelo.
Por otro lado, la picadura de la Hippobosca equina resulta especialmente peligrosa. Ten en cuenta que puede llegar a prolongarse durante un cuarto de hora. Las moscas del caballo son organismos hematófogos. Por lo tanto, requieren de alimentarse de sangre, como las garrapatas, para completar su desarrollo.
Su aparato chupador, llamado hipostoma, destaca por tener una extraordinaria potencia. Es parecido, en este aspecto, al de las garraptas.
Estas moscas tienen que repetir sus mordiscos de manera frecuente, dado que no pueden almacenar toda la sangre que necesitan. Por eso, no te ha de extrañar que hagan vida sobre la piel de los organismos hospedadores.
Esta picadura no siempre es advertida en el momento de la succión. Los picores van a ser sentidos posteriormente.
Son diferentes los grandes mamíferos (desde los caballos y los ciervos a los humanos) que pueden hospedar a estas moscas, haciendo la función de reservorio. Las moscas, en estos casos, son vectores de enfermedades que producen determinados microorganismos, como los protozoos y las bacterias.
Los procesos relativos a la inoculación de determinadas enfermedades comienzan por el mordisco de estas moscas. Pero, dejando aparte, de momento, la relación entre vector y reservorio, hemos de destacar que la picadura de las moscas del caballo ya supone un sufrimiento significativo para estos cuadrúpedos.
Las diversas picaduras acaban generando unos picores fuertes y constantes. Es este prurito lo que comporta cuadros de ansiedad en el animal. Y, si las moscas se posan, por ejemplo, sobre su morro y sus ojos, pueden ponerle muy nervioso.
Por tanto, el animal puede experimentar periodos de desestabilización. Es posible que se muestre muy alterado y también apático y con pocas ganas de hacer ejercicio. Estos trastornos pueden hacer que pierda peso o se resientan algunas funciones básicas de su salud.
Pero, aparte de la picazón y las heridas que se puede hacer tu equino donde se rasque de forma compulsiva, hemos de remarcar el peligro referente a las enfermedades que pueden transmitir las moscas del caballo. Por ejemplo, estos dípteros son portadores de bacterias como la Borrelia, la Bartonella y la Anaplasma.
Asimismo, transportan protozoos como los que originan la filariasis. Estos agentes patógenos pueden, por tanto, acabar provocando esta enfermedad del sistema linfático, correlacionada con la elefantiasis, que supone que la piel y los tejidos circundantes se engrosen de manera exacerbada. Esta enfermedad infecciosa afecta especialmente a las piernas, cuya hinchazón va a resultar realmente disfuncional y antiestética.
Otra patología que puede ser transmitida por las bacterias en el reservorio es la conocida como anemia infecciosa equina. La destrucción de glóbulos rojos característica de esta enfermedad se asocia a fiebres altas, taquicardias y sudoración excesiva. Por consiguiente, el caballo se muestra inapetente y rehúsa hacer ejercicio. La ictericia y las hemorragias en las heces son síntomas que te pueden ayudar a identificar esta afección.
Los cuadros más graves de esta enfermedad pueden degenerar en daños en órganos como los riñones, el hígado y los intestinos. En su fase aguda puede producir la muerte, pero también es posible estabilizar sus síntomas en el marco de una cronificación de la anemia.
En primer lugar, conviene que sepas que no hay vacunas eficaces contra enfermedades como las que te hemos relatado. Así que la principal prevención consiste en evitar la presencia cercana de los vectores en los entornos, como los establos, donde descansan los caballos. Lo mismo podemos señalar respecto a tener cuidado cuando saques a tu caballo a pasear.
Si tu caballo ha sido infectado por alguna enfermedad de origen bacteriano, ha de ser un veterinario equino quien se encargue de prescribir el tratamiento específico, que resultará bastante agresivo. En ningún caso automediques a tu caballo.
Y, de la misma manera que haces con los Culicoides, puedes recurrir a nuestro protector con geranio y citronella, que tiene un efecto repelente contra las moscas.
En definitiva, aprende a reconocer cómo se mueve la Hippobosca equina e intenta mantenerla a raya con todos tus recursos disponibles. Y, si tienes alguna duda, ¡pregúntanosla!
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