La piroplasmosis es una de las enfermedades que más problemas pueden causar a tu caballo, ya que coinciden en ella dos factores relevantes. Por una parte, se trata de una afección con un cuadro de síntomas grave. Por otra parte, la relativa dificultad para identificar la sintomatología puede complicar su tratamiento a tiempo.
Para que sepas distinguir una piroplasmosis en los caballos, a continuación, te describimos sus características esenciales. Presta atención.
En primer lugar, hemos de señalar que la piroplasmosis en los caballos es causada por dos protozoos concretos. Nos referimos a los microorganismos Babesia caballi y Theileria equi. Pero ¿cómo llegan estos protozoos hasta los caballos?
Estos dos parásitos alcanzan la sangre de los caballos a través de unos vectores, que son las garrapatas de tres géneros específicos. Estos insectos viven en determinadas zonas, como los prados y sotobosques, de los climas templados. Por ejemplo, el sur de nuestro país es una zona endémica.
Por consiguiente, el vector acaba encontrando unos reservorios, como los caballos y otros cuadrúpedos. Una vez se ha producido la picadura de la garrapata, es su saliva la que va a generar, como principal daño, la destrucción de los glóbulos rojos del équido.
Durante largo tiempo, el caballo puede permanecer asintomático, pero, en la fase aguda de la enfermedad, la destrucción de los glóbulos rojos se multiplica. La afectación de esta enfermedad, por otro lado, depende de dos factores. Por un lado, de la carga infecciosa. Por otro lado, de la respuesta del sistema inmunitario del caballo. De hecho, hay áreas en los que los equinos han alcanzado una mayor inmunidad frente a estos parásitos internos.
Por eso, en un primer momento de la manifestación sintomática, puede parecer que el caballo está sufriendo una anemia común. Así que es muy importante, para que resulte viable una detección temprana que facilite un tratamiento que contenga los síntomas, que sepas reconocer cuándo se está dando una piroplasmosis equina.
La pérdida galopante de glóbulos rojos por parte del equino es lo que hace que, primeramente, podamos confundir la piroplasmosis equina con una anemia. Pero ten en cuenta que, además de contar con menos glóbulos rojos, los daños en los eritrocitos suponen que sean liberadas al torrente sanguíneo sustancias que acaban produciendo trastornos diversos en varios órganos.
Por lo tanto, al principio, vas a notar a tu caballo más cansado y con una mayor inapetencia. Estas circunstancias pueden ocasionar una pérdida de peso. Pero, cuando esta se exacerbe y aparezcan otros síntomas, es el momento de buscar un diagnóstico certero por parte de tu veterinario equino.
Recuerda que algunos de estos síntomas, si persiste su gravedad, pueden llegar a ser incluso mortales. La mayoría es inespecífica, por lo que se revela como determinante que sea el veterinario quien realice las pruebas preceptivas para detectar que realmente se está produciendo una piroplasmosis en el caballo.
Aparte de que notarás a tu equino más débil y con un cuadro similar a la depresión, es posible que aparezcan algunas manifestaciones físicas que facilitan, en mayor medida, ponerse tras la pista de la enfermedad. Por ejemplo, destacamos la aparición de ictericia en determinadas mucosas, del abdomen hinchado o incluso de hemorragias y edemas.
Y es que las alteraciones de la sangre pueden degenerar en trombocitopenia, que conlleva una disminución significativa de las plaquetas. Por lo tanto, las heridas pueden resultar más difíciles de taponar.
Pero hay más síntomas que te tienen que poner en alerta. Uno de ellos es el incremento de la fiebre, que puede superar los 40º. Externamente, la podrás notar cuando tu equino se fatiga con una pequeña carga de trabajo y comienza a sudar de una manera llamativa.
Estos incrementos de la fatiga y la sudoración están correlacionados con las taquicardias y taquiapneas, que implican un aumento tanto de la frecuencia cardíaca como de las respiraciones por minuto.
Si los síntomas anémicos van a más, las alteraciones sanguíneas pueden desembocar en daños orgánicos severos, por ejemplo, en los riñones, los pulmones, el cerebro y el hígado. Las obstrucciones de los vasos que derivan en trombos son unas de las consecuencias indeseadas de la fase hiperaguda de la enfermedad.
Por último, hemos reservado un espacio para contarte cómo prevenir y luchar contra esta enfermedad de los glóbulos rojos. Lo primero que te hemos de decir es que, si la coges a tiempo, una piroplasmosis equina puede ser controlada para que tu caballo siga teniendo calidad de vida.
Hay caballos que pueden aguantar largo tiempo asintomáticos. En algunos supuestos, sus síntomas tienden a cronificarse. Es el caso de la sintomatología más inespecífica, la relativa a la anorexia, al cansancio, a la inapetencia y a la delgadez. La muerte del animal se puede dar en las fases más acusadas de la afección. Pero, por lo general, se pueden controlar su desarrollo y conseguir su estabilización. Eso sí, acuérdate de que esta circunstancia no significa que haya desaparecido la enfermedad. Esta puede reaparecer posteriormente, por lo que hay que seguir con las revisiones periódicas.
Por otra parte, lo mejor para evitar los efectos de los protozoos que causan la piroplasmosis equina pasa por controlar el crecimiento de las poblaciones de garrapatas. En especial, en otoño y primavera, que es cuando resultan más numerosas. Los acaricidas son de gran utilidad a estos efectos. Te sugerimos también usar, por ejemplo, el protector con geranio y citronella que te ofrecemos en Maktuk.
Si la enfermedad ya ha hecho mella significativamente, es el veterinario quien tiene que prescribir el tratamiento. Un tratamiento que resulta bastante agresivo, puesto que las inyecciones de imidocarb pueden producir también algunos cólicos. Por tanto, prepárate para suplementar mediante aminoácidos, minerales y vitaminas a los equinos que tengan que someterse a estos tratamientos.
En definitiva, la piroplasmosis es una de las enfermedades más peligrosas que pueden sufrir los caballos, por lo que te conviene informarte para reconocerla y que tu veterinario actúe estableciendo el tratamiento adecuado.
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