El mosquito Culicoides es uno de los insectos más peligrosos para los caballos. No en vano, sus picaduras desencadenan la dermatitis estival equina, una de las enfermedades de la piel más intensas que pueden sufrir estos animales. A continuación, te contamos las características esenciales de este mosquito. De este modo, puedes aprender a combatir sus efectos de una manera más efectiva. Presta atención.
El género Culicoides forma parte de un grupo de dípteros hematófagos de la familia Ceratopogonidae implicados en la transmisión de hasta 50 enfermedades de importancia veterinaria como son: la lengua azul, peste equina, enfermedad hemorrágica epizoótica, algunas enfermedades provocadas por protozoos de los cuales actúan como vectores, filariosis y determinados virus de incidencia en humanos y animales domésticos como puede ser la enfermedad de la fiebre del Nilo; también son los causantes de la dermatitis estival equina.
Destacan por su pequeño tamaño (entre 1,5 y 3 mm), el cual contrasta con la irritación que son capaces de generar sus mordeduras. El efecto de su doloroso prurito local puede prolongarse entre horas y días.
Son oscuros y se caracterizan por tener unas patas bastante cortas. Por otro lado, sus alas están manchadas formando patrones, lo cual posibilita la distinción de los Culicoides.
Uno de los rasgos esenciales de algunas especies de Culicoides es el de ser hematófagas. Se alimentan de sangre y cuentan con una morfología que les facilita lacerar los tejidos dérmicos y acumular sangre que van a ir chupando.
Por lo que respecta a la aspiración de la sangre, que llevan a cabo parasitando a distintos vertebrados, te informamos de que es una función reservada a las hembras. Y es que esta hemo succión les proporciona las proteínas necesarias para culminar los ciclos gonotróficos vinculados al depósito de sus huevos. Con su aguijón o probóscide, inoculan saliva a sus presas, la cual contiene sustancias con efecto anticoagulante, lo que permite que la sangre fluya por el pequeño orificio de forma constante.
En cuanto a su taxonomía, hemos de señalar que es realmente amplia e incluso relativamente confusa. Existen más de una docena de subgéneros y tres especies o grupos. Algunas de estas categorías, por su parte, cuentan con divisiones adicionales.
Te interesa estar al tanto de los riesgos asociados a estos insectos, dado que representan una amenaza significativa para los caballos. Son vectores de diversas enfermedades, pero una de las más importantes es la lengua azul, relacionada con los Arbovirus. Es una patología que tiene una gran prevalencia entre el ganado. Su mayor vector es el Culicoides imicola.
Destaca también la transmisión a los humanos de la fiebre Oropouche, que se da en áreas neotropicales. Asimismo, es vector del nematodo Mansonella, que parasita en Centroamérica, Sudamérica, África Subsahariana y Caribe.
Respecto a los caballos, es el responsable de su dermatitis estival. La sintomatología principal de esta enfermedad es el prurito. El cuadrúpedo, ante los fuertes picores que padece, se rasca de manera compulsiva en las áreas infectadas, lo que provoca que el escozor vaya a más y se formen heridas que, posteriormente, tienen una cicatrización más compleja e incluso pueden infestarse de hongos.
La dermatitis estival equina se produce por las picaduras de los Culicoides, las cuales ocasionan la liberación de histamina, como reacción defensiva, por parte del organismo del caballo. Si bien este mecanismo del sistema inmunológico busca contrarrestar la agresión externa, provoca, paralelamente, desequilibrios corporales que lo debilitan ante la aparición de la picazón.
La distribución geográfica de estos insectos es muy extensa. Hoy en día, es posible encontrarlos, prácticamente, en todo tipo de latitudes y altitudes. Sin embargo, lo normal es que abunden en zonas en las que coincidan altas temperaturas y concentraciones de humedad. Estas no tienen por qué estar junto a grandes masas de agua.
Un factor coadyuvante de su presencia es la existencia de acumulaciones de materia orgánica. Son las condiciones idóneas para que se desarrollen algas, bacterias o pequeños gusanos, que van a suponer la base trófica para sus larvas.
En nuestro país, son más visibles entre abril y octubre, puesto que el cambio climático está alargando su temporada de mayor actividad. Resultan más comunes en el sur peninsular, pero su presencia no es desconocida en el norte. Como reseñó un estudio publicado en la revista Frontiers in Veterinary Science, prevalecen especies con adaptaciones dispares en función de las áreas geográficas y las estaciones.
Por otra parte, sus actividades hematófogas tienden a llevarse a cabo en horarios nocturnos y crepusculares. Las condiciones ideales para su alimentación se producen cuando se reduce la intensidad de la luz solar y, al mismo tiempo, se incrementa la humedad ambiental relativa. Así que, cuando el cielo está nuboso, suelen aprovechar también para buscar hospedadores antes del anochecer.
Es preciso recalcar que, sobre todo, los ejemplares adultos tienen una agudizada tendencia a la agregación. Nos referimos a que, tanto al amanecer como al anochecer, pueden aparecer configurando enjambres o nubes. Esto hace más peligrosa su incidencia, por lo que has de tener cuidado si llevas a tu caballo a pastar y la vegetación que está consumiendo se encuentra cerca de los espacios en los que se ubican sus criaderos.
Otra circunstancia a tener en cuenta, por lo que respecta a estos mosquitos, es que son exofágicos. Por consiguiente, sus mordeduras se van a dar, generalmente, en exteriores. Eso sí, si el ambiente les resulta propicio, pueden entrar en los recintos, como las cuadras, para buscar su nutrición, sobre todo cuando empieza a hacer frio por las noches allá por el mes de octubre.
Conviene remarcar que volar no es una cualidad que posean estos insectos. Por eso, solo van a desplazarse a alrededor de 200 o 300 m desde donde se encuentran los sitios en los que han sido criados. No obstante, acuérdate de que, por su ligereza, pueden ser desplazados, con una gran facilidad, por los vientos intensos. Cuando esto ocurre, llegan a aparecer a cientos de km de sus residencias originales.
Por último, te recordamos que puedes tomar una serie de precauciones eficaces para evitar los perjuicios que estos mosquitos causan a tus equinos. Primeramente, acondiciona sus cuadras y boxes para que los Culicoides no las consideren unos lugares idóneos. Ventila correctamente los habitáculos, evita las humedades y limpia los excrementos y la suciedad.
Asimismo, no saques a pasear al caballo en las horas de mayor incidencia de estos insectos. Y recuerda que puedes rociar a tu equino con repelentes que ahuyenten a estos mosquitos.
En definitiva, el mosquito Culicoides se revela como una severa amenaza para la salud de tu caballo. ¡Conoce sus características básicas para aprender a combatirlo con éxito!
Veterinario especialista en equinos con más de 30 años dedicado a su cuidado en el campo
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